Un atardecer de otoño estaba sola en mi habitación, casi recostada en mi cama, soñando con tiempos pasados, ocasiones en las que uno se abandona y se deja llevar por los recuerdos, como si fueramos una bolsa a la deriva. En esa hora mágica que de a poco va dando lugar a la noche, aparecen entonces figuras un poco confusas e indecisas de compañeros de nuestros días mas remotos o situaciones y hechos pequeñisimos e insignificantes que uno no sabe porque razón aparecen y acuden a la memoria. Invisibles nostalgias, rostros que conocimos, algun pequeño recuerdo de nuestra niñez..

Estaba, entonces, sumida en estos tiernos, brumosos, nostálgicos, agridulces pensamientos, mientras esa luz dorada entrando por mi ventaba se iba apagando y desapareciendo de a poco, y en los rincones mas alejados ya empezaba a acumularse la oscuridad.

Otro día terminaba en mi vida..